Habilidades sociales y comunicativas: La asertividad

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Habilidades sociales y comunicativas: La asertividad

Esta semana abrimos un abanico de contenidos acerca de las relaciones y la comunicación, y a lo largo de los siguientes episodios vamos a poder profundizar sobre este tema, que es muy importante tener en cuenta para el bienestar de las personas y la calidad de vida. Somos seres sociales que no paramos de socializar entre nosotros y eso nos lleva a tener que establecer comunicaciones diversas.

La comunicación efectiva es esencial para poder tener relaciones sanas, partiendo de la base de un buen conocimiento de nuestras emociones y un trabajo propio de cultivar nuestra autoestima, solamente nos haría falta comunicarnos de una forma saludable como guinda del pastel.

Las relaciones saludables son aquellas que son equilibradas, donde se cubren las necesidades mutuas, se reconocen derechos a las dos partes, y donde hay equilibrio.

La asertividad es una habilidad social que permite comunicarse de forma no agresiva y reconocer los derechos propios y los derechos de los demás.

Para poder utilizar la comunicación asertiva es esencial conocer nuestros derechos asertivos, varios autores los han desarrollado. Los derechos asertivos son aquellos que defienden que toda persona tiene el derechos a ser quien es, expresar lo que piensa y siente, reconocer sus propios derechos y también los de los demás.

A veces, en las relaciones, se puede llegar a tender a reconocer en más cantidad las necesidades y derechos de los demás y tender menos a atenderse, o por lo contrario, tender a reconocer sólo los propios derechos y necesidades y no tener en cuenta a los de la otra parte.

A continuación, reflexionamos acerca de algunos derechos asertivos:

¿Me permito decir "no" sin sentir culpa? Hay personas que sienten una dificultad a decir que no y poner sus propios límites ante las demandas de otras personas. Pero lo peor no es eso si no la culpa que se siente por decir que "no" a algo. La consecuencia puede ser una saturación de la propia persona. Debes saber que tienes el derecho a decir "no" sin sentir culpa.

¿Tengo en cuenta mis necesidades, sabiendo que estas son igual de importantes que las de los demás? A veces, anteponemos las necesidades de los demás por encima de las nuestras, creando un desequilibrio en la relación y mermando nuestra autoestima. Debes tener tus necesidades presentes y a pesar de no ponerlas siempre por delante, hacerlo de una forma equitativa e equilibrada.

¿Tengo en cuenta el derecho a detenerme y pensar antes de actuar? A veces, tendemos a precipitarnos y acceder a las demandas externas sin tan siquiera detenernos a pensar si nos apetece, si queremos, si tenemos la energía suficiente De la misma forma, cuando hacemos peticiones también debemos entender que no nos respondan rápidamente, e incluso aceptar que puedan no acceder a nuestras peticiones. Debes saber que tienes derecho a decir "me lo pienso", "te lo confirmo más tarde", "voy a pensar si puedo hacer esto".

¿Tengo derecho a no justificarme ante los demás? Esta puede ser una tendencia, justificarse de las decisiones o necesidades de uno mismo ante los demás. También se debe aceptar que los demás no tienen por qué justificarse con sus decisiones y respetar el hecho de que decidan preservarse. Es decir, puedes justificarte, si te apetece y lo deseas, pero no debes hacerlo por norma, puedes darte el margen de no hacerlo. Y preservar tu intimidad y tus tiempos.

¿Tienes derecho a pedir lo que quieres? En ocasiones, el miedo al rechazo, a defraudar, a darse un lugar, puede impedir a pedir lo que uno desea. Darse entonces ese permiso, esa posibilidad de poder pedir lo que se necesita, es un acto de amor hacia uno mismo. Siempre y cuando también se permita escuchar lo que necesita el otro y teniendo en cuenta que los demás también tienen ese lugar y tiempo para pedir lo que necesitan.

¿Te permites el derecho a cambiar de opinión o forma de actuar? A veces, nos quedamos anclamos a una manera de ver las cosas o una forma determinada de actuar. Eso nos construye rígidos, ante las experiencias y el aprendizaje. Permitirse y permitir a los demás el cambio en la manera de ser o de pensar nos amplifica el modo de experimentar la vida, nos aporta más conocimiento, más sabiduría, más libertad y apertura.

¿Tengo derecho a no satisfacer las necesidades y expectativas de otros y comportarme siguiendo mis propios intereses? Puede pasar que nos encontremos en situaciones en las que sintamos una presión, explícita o implícita de los deseos de otras personas (familia, pareja) sobre lo que deberíamos ser. La realidad es que las expectativas solo son deseos, no son realidades. Entendiendo que las personas tienen necesidades diferentes, puede que las expectativas no encajen entre unos y otros. Por ello hay que dar ese espacio de comunicación, para poder expresar al otro las expectativas o necesidades que se tienen, pero hay que respetar mucho que la otra persona pueda no tener las mismas, y está en su derecho de no cumplirlas, porque únicamente son eso, deseos, no obligaciones.

¿Tengo derecho a cometer errores? La única obligación es aprender de ellos. Igual que aprendimos a caminar cayéndonos una y mil veces, debemos aprender y permitirnos sobre todo cometer errores, porque solo así aprenderemos. No hay que olvidar que los demás también.

¿Tengo derecho a hacer menos de lo que soy capaz de hacer? A veces, no nos permitimos dar menos, o no permitimos que los demás den menos de lo que pudieran dar. Eso es poner las relaciones en un pódium donde siempre hay que estar al máximo. A veces hay que permitirse dar menos, descansar, parar y no tener que dar siempre la talla. Permitirse esto puede aportarnos el placer de merecer un descanso para reponer fuerzas y seguir adelante.

Aceptar los dos bandos de los derechos asertivos, nos va a permitir vivir en libertad, ya que la misma libertad que nos damos, también la podemos ofrecer, y solo así se pueden construir, relaciones equilibradas y personas con buena autoestima, que se permiten y que permiten.

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