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Habilidades sociales y comunicativas: La empatía
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La empatía es otra habilidad social muy importante, ya que fortalece las relaciones personales, permitiendo conectar con los demás y comprender su mundo interno, fortaleciendo el vínculo. Tener un buen vínculo en las relaciones está ligado directamente con la calidad de vida y el bienestar.
Ser una persona empática consiste en comprender las diferentes situaciones de las personas, y ponerse en su lugar, trasladar el foco a ellos y sin juzgar, entender sus comportamientos, reacciones e intenciones.

La empatía a nivel psicológico forma un conjunto de procesos mentales donde se conecta lo emocional, lo cognitivo (pensamiento), lo afectivo (vínculo), y lo experiencial (lo que vivimos) con otras personas.
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Hay personas que tienen más facilidad para empatizar y eso tiene que ver con varios aspectos propios de la persona y las experiencias con las que se haya formado su carácter. Otras personas tienen más dificultad, y les requiere un mayor esfuerzo llegar a ponerse en la piel del otro. La persona empática conecta con sus emociones y con las emociones de los demás. La persona no empática puede mostrar indiferencia, dificultad o incomprensión, e incluso utilizar el juicio sin considerar los efectos que pueda generar en la otra persona.

Como ya venimos comentando, todos los extremos son disfuncionales. La empatía también tiene su doble cara. Cuando hay poca empatía, las relaciones personales se empobrecen. Pero cuando hay mucha empatía, la persona puede llegar a desgastarse. Tener empatía en exceso suele estar relacionado con tener una alta sensibilidad. Las personas que tienen una alta sensibilidad, pueden llegar absorber las emociones de alrededor, lo que conlleva a tener en cuenta en demasía las necesidades de los demás, dificultad para poner límites sin sentir culpa, dejando sus necesidades apartadas, y acaban teniendo un agotamiento en las relaciones, que pueden llegar a tener síntomas de angustia, ansiedad, o burnout.
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Para practicar la empatía, primero hay que conocer nuestras emociones y reconocer nuestras vivencias personales. Si hemos pasado por una situación similar, es más fácil poder conectar con las emociones de la otra persona, aún y así, si estamos estrenados en reconocer emociones, podemos empatizar si no hemos vivido esas situaciones. La empatía requiere una escucha activa como ingrediente principal y una actitud de comprensión y compasión hacia la otra persona. También requiere decir las cosas de forma asertiva para que la otra persona no se sienta ofendida, esto lo veremos en el siguiente capítulo.

A veces, por querer ayudar a la otra persona y querer ser empáticos con su dolor, nos adelantamos a dar consejos, soluciones, pero puede que la persona no necesite eso y solo necesite un entendimiento, reconocimiento y validación de sus emociones.
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Si lo que vemos del otro no nos gusta o no termina de encajar, debemos entender que nuestros esquemas de vida no deben ser una calcomanía de los demás, pensamientos del estilo "yo nunca haría eso", "como puede comportarse así" determinan juicio y poca empatía. Otra cosa es que necesitemos poner límites con lo que no nos gusta, pero para eso existe el camino de la comunicación y expresión de emociones.

La empatía es una habilidad que retroalimenta, hace sentir bien a los demás y a uno mismo. También ayuda a vivir sin prejuicios, respetando la voluntad de los demás. La empatía puede, además, ayudar en el aumento de la autoestima y como bien hemos dicho, en el desarrollo emocional. La buena noticia es que se puede entrenar y desarrollar poniendo en práctica la escucha activa, el respeto y la asertividad.

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