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Centro de Prevención/ P.E.A
Sobrarbe cuidadora de las emociones
Sobrarbe cuidadora de las emociones: Semana 3. Tipos de emociones
Hoy vamos a ir un poco más allá, y vamos a descubrir la tipología de las emociones. Por un lado tenemos, dentro de las emociones básicas y a grandes rasgos a la alegría-amor, la rabia-ira, el asco-rechazo, la sorpresa-asombro y el miedo. Por otro lado están los sentimientos, que nacen de las emociones básicas y sirven describir con mayor exactitud un estado emocional y estos los veremos más adelante.
Podemos distinguir entre emociones agradables y desagradables, esta clasificación, la usamos para intentar no determinar las emociones en positivas o negativas, ya que, aparte de crear un estigma, como hemos comentado en el capítulo anterior, todas las emociones producen un efecto en nosotros, nos ayudan a procesar y accionar el cambio. Estas emociones pueden estar unas encima de otras, la rabia puede estar envolviendo la tristeza o el miedo puede estar escondiendo la vergüenza o la alegría escondiendo la tristeza.
Los estados emocionales agradables serían los que tienen que ver con la alegría, el amor, la felicidad, el placer, la conexión y nos indican que esa experiencia, esa relación, ese acontecimiento, nos gusta. Se manifiestan con sensaciones de serenidad, estado de calma, quietud y equilibrio.
Desde los estados más agradables podemos estar más enérgicos, dispuestos al cambio, a nuevos retos o a disfrutar del presente. En este caso, debemos estar atentos a lo que nos llena, y nos aporta salud, para poder reproducirlo, en la medida de lo posible, la mayoría de veces.
Los estados desagradables, tienen que ver con aquello que nos produce enfado, miedo, o tristeza o rechazo. Desde aquí, seguro que notamos menos energía, ganas de encerrarnos, de hablar menos, de estar más con nosotros mismos o de compartir con personas de confianza. Puede que nos notemos incluso más dudosos, sin ganas de tomar decisiones, o hacer grandes cambios o por lo menos intuimos que no nos puede sentar bien. La buena noticia es que desde los estamos más depresivos es desde donde se puede sacar grandes conclusiones, reflexiones y aprender sobre los sucesos. Pero también desde aquí es donde más debemos cuidarnos y respetarnos para no forzarnos.
A destacar dentro de este grupo, la tristeza, es la gran evitada pero nos permite entrar en nuestro mundo interior para revisar si lo que hay está bien, si hay que cambiar algo, nos ayuda a desarrollarnos para alcanzar un estado mejor o procesar un suceso doloroso. Esto quiere decir que, a pesar de poder estar pasando una mala temporada, no significa que somos menos felices. Permitirnos esa tristeza medida, puede ayudarnos a darnos cuenta de la necesidad de evolucionar.
El miedo, otro gran protagonista, nos permite detectar amenazas, buscar herramientas para ponernos a salvo. Necesitamos el miedo para protegernos, pero deja de ser una protección cuando es demasiado elevado o demasiado bajo. Por ejemplo el miedo nos puede producir bloqueos y no permitirnos avanzar, por hacer un balance desmedido del peligro. O en su defecto, puede ponernos en peligro en situaciones por no haber valorado bien el riesgo.
La rabia sirve para reivindicar nuestros derechos y poner límites. Normalmente solemos tener miedo a la rabia porque nos lleva a explotar, gritar, o nos bloquea. De todas formas cuando algo nos produce rabia y no la podemos sacar, se acumula y puede acabar haciéndonos actuar de manera descontrolada, justo lo que habíamos estado evitando desde que empezamos a acumular. Pero en realidad la rabia real busca el equilibrio y defendernos de algo que nos agrede. Si sabemos detectar lo que no nos gusta, podemos utilizarla de manera adecuada, como por ejemplo poniendo límites, la rabia puede ser efectiva y útil.
En contra de lo que pueda parecer, las emociones más desagradables cumplen una función muy útil y a pesar que, pasar por ellas nos generan sensaciones no placenteras, hay que reconocer que mantener siempre un estado de felicidad puede resultar a la larga una tapadera, y un esfuerzo frustrante a la vez que poco realista.
Curiosamente, la clave del bienestar está más bien en poder ser libres de expresar todas las emociones que necesitemos, más que forzarnos a tener las más agradables. Es decir, en la medida que expresamos nuestras emociones, sean las que sean, contribuimos a nuestra felicidad.
La plenitud, la serenidad y la calma, vendrán cuando hayamos conseguido poner límites desde el miedo, hayamos encontrado una solución gracias a la tristeza, hayamos detenido un ataque con la rabia, y de esta manera hayamos generado un espacio seguro.
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